¿Hay una más real y otra menos real? ¿Son diferentes la que viene de fuera y la que viene de dentro?
Las dos son reales. Las dos son válidas, las dos te alegran! Pero es verdad que hay una alegría superficial y otra profunda.
La superficial es más espontánea y menos duradera. La profunda es menos superficial y más duradera. Se acerca más a la plenitud. No tiene que ver con metas, ni con logros, ni con ganancias.
Tiene que ver con caminos, con procesos, con confianza, con saber que pase lo que pase todo está bien y estás donde tienes que estar. Con esperar de la vida lo mejor y a la vez tener la libertad de no esperar nada.
Hay una alegría que se vive desde los andamios y otra que se vive desde los cimientos.
Una más estéril y otra más fecunda. Una que te descansa y descarga y otra que te pone en movimiento, en búsqueda. Las dos motivan!
Una que se libera y otra que se atesora.
Una más efímera y otra más palpable.
Una que aporta un buen rato y otra sobre la que vivir el día a día, te aporta suelo donde pisar.
Una que viene de la satisfacción de saber que estás haciendo lo correcto y otra que viene de la excitación de saber que estás haciendo lo incorrecto. Las dos beneficiosas!
Una que aparece y desaparece y otra que siempre está, escondida en ocasiones, pero se sabe que está.
Una sobre la cual no se tiene seguridad y otra que una vez que se encuentra, ya no se te va.
Una sorprendente y otra… también!
¡Qué gustazo rebuscar en la alegría para escribir sobre ella!